En la música, la originalidad no es solo encontrar un sonido nuevo, sino atreverse a seguir caminos inesperados durante la composición. Así se define el proyecto solista Sumergente, un artista que en 2025 lanzó canciones coincidiendo con la luna llena, un detalle que revela su interés por marcar el tiempo y el ritmo de sus creaciones de forma particular y simbólica.

Las canciones de Sumergente son fruto de una búsqueda constante, reflejando puentes, curvas, subidas y bajadas, como las que vivimos en la vida misma. “Bailar los días” es una reflexión sonora sobre la monotonía de las rutinas y la importancia de disfrutar los momentos especiales, mientras que “Ni en mil galaxias” explora la magia de los encuentros improbables y el amor inesperado. Ambas canciones ponen el lenguaje, la melodía, el ritmo y la producción al servicio de contar historias.

Este proyecto es solista y se caracteriza por una forma particular de cantar, donde la voz parece quebrarse en algunos momentos, como si el artista estuviera nervioso al cantar, quizás porque siente la importancia de cada palabra que pronuncia. Esa vulnerabilidad vocal agrega una capa adicional de autenticidad a sus interpretaciones, conectando con el oyente de manera sumergente.

Sumergente no solo trabaja con un uso amplio y rico del lenguaje, sino que también apuesta a la emoción genuina y al ritmo narrativo para construir canciones que son un verdadero viaje interior. En una escena musical donde la producción puede a veces opacar la emoción, este proyecto privilegia la intensidad del mensaje, la honestidad y el poder de la experiencia compartida.

A lo largo del 2025, Sumergente ha ido revelando su universo creativo a través de estas canciones lunares, que funcionan como capítulos de una historia mayor que está por seguir desplegándose. Cada tema es una invitación a sumergirse en sus mundos emocionales y a emerger con una nueva perspectiva.

En definitiva, Sumergente es un proyecto que propone algo diferente: no solo música, sino una experiencia sumergente y honesta, donde el quiebre en la voz y la potencia de la narrativa musical encuentran un punto de encuentro perfecto para emocionar y conectar.