Franco Pisso y la rebelión silenciosa de leer en tiempos de ruido
El docente rosarino que usa su influencia digital para invitar a cerrar las redes, abrir libros y recuperar el pensamiento crítico en la Argentina contemporánea.
En un ecosistema saturado de estímulos, donde el dedo aprende antes que el pensamiento y el algoritmo dicta el ritmo de la atención, Franco Pisso aparece como una anomalía luminosa. No grita, no promete atajos hacia el éxito ni exhibe una vida de lujo aspiracional. Hace algo mucho más incómodo y, por eso mismo, más urgente: invita a leer.
Franco Pisso, rosarino, abogado, docente universitario y creador de contenidos, reúne a más de 1.3 millones de seguidores en redes sociales. Sin embargo, se corre deliberadamente del rótulo de influencer. Prefiere definirse como profesor. Un profesor que usa la visibilidad digital no para retener miradas, sino para soltarlas. Para que sus seguidores apaguen el celular y vuelvan a los libros. En tiempos donde la atención es moneda de cambio y mercancía, su gesto resulta casi subversivo.
Su recorrido no es improvisado. Pisso creó OPI, Oratoria para Inconformistas, un proyecto educativo con el que formó a más de 20.000 estudiantes en toda Latinoamérica en habilidades de comunicación, persuasión y oratoria. Lo hizo desde una premisa clara: ser el docente que él mismo necesitó. Rompió con los formatos tradicionales de enseñanza, llevó el aula a las redes y puso herramientas concretas al alcance de estudiantes, docentes, empresarios y referentes políticos. La masividad no fue un objetivo en sí mismo, sino una consecuencia.
Pero cuando el sistema parece empujar a producir más contenido, más rápido y más liviano, Franco Pisso vuelve a patear el tablero. En lugar de profundizar la lógica de la inmediatez, decide confrontarla. Así nace Entre paréntesis – Club de Lectura, una propuesta que no busca competir con las redes sociales, sino cuestionar su hegemonía. Leer como acto de resistencia. Pensar lento en un mundo que exige respuestas instantáneas. Sostener ideas complejas sin notificaciones que interrumpan.
El diagnóstico que plantea no es nuevo, pero sí cada vez más evidente en la Argentina contemporánea: pérdida del hábito lector, dificultad para la concentración prolongada, debilitamiento del pensamiento crítico y un sistema educativo tensionado por la cultura del entretenimiento permanente. Frente a eso, Pisso no adopta un tono nostálgico ni moralizante. Propone comunidad. Debate. Libros como punto de encuentro y no como objetos de elite.
“Un boludo arriba de un Lamborghini diciendo que lo sigas para aprender a vivir mejor no te cambia la vida, un libro sí”, afirma con crudeza. La frase circula, incomoda, interpela. Resume una postura ética: no importa perder seguidores si el resultado es generar un impacto social positivo. En ese sentido, Franco Pisso encarna una figura poco frecuente en el mapa cultural actual: la de un educador que entiende el poder de las redes, pero se rehúsa a quedar capturado por su lógica.
Su trabajo trasciende la enseñanza técnica. Busca recomponer el vínculo entre conocimiento, cultura y vida cotidiana. Invita a adultos y jóvenes a recuperar la curiosidad genuina, a debatir con respeto, a pensar más allá del scroll infinito. En una época donde todo parece gritar, leer se vuelve un acto de lucidez silenciosa.
Para quienes buscan saber quién es Franco Pisso y por qué su nombre resuena cada vez con más fuerza, la respuesta no está en una promesa de éxito rápido, sino en una convicción profunda: educar sigue siendo un acto político. Y leer, hoy, es una forma de rebeldía.