Alguna vez soñé —y no sé si fue en la vigilia o en un insomnio de feriado— que todas las canciones del mundo se ordenaban no por estilo ni por autor, sino por oficio: canciones para el albañil, para la costurera, para el camionero que escucha radio AM en la ruta y para la madre que trabaja en casa sin salario ni aplausos. Ese archivo secreto y popular —que Borges tal vez habría imaginado en algún anaquel perdido de la Biblioteca de Babel— suena distinto cada primero de mayo.
Hoy no es un día de espera, ni de ilusiones colgadas de un mañana ideal. Es el Día del Trabajador. Un día de presente. Un día de música, orgullo y memoria. Para celebrarlo, elegimos tres canciones. Una argentina, una estadounidense y una europea. Tres himnos no oficiales que hablan de trabajo no como castigo, sino como identidad.
I. Argentina: Memphis y el blues del puerto**
En 1991, Memphis La Blusera escribió una de las canciones más honestas sobre el trabajo físico y emocional: “Blues del Estibador”. El tema es sencillo como un mate en la madrugada, pero poderoso como el brazo que carga un contenedor en el puerto de Buenos Aires. No hay adornos: hay orgullo.
Con ese verso, la banda liderada por Adrián Otero pintó un mural sonoro de los trabajadores invisibles. Aquellos que no figuran en los discursos, pero mueven el país. El blues de Memphis no baja línea, pero deja claro que el trabajador es más que una estadística: es carne, es historia, es canción.
II. Estados Unidos: Dolly Parton y la oficina en loop
En 1980, Dolly Parton convirtió la rutina en revolución con su inolvidable “9 to 5”. Una canción que, entre teclados saltarines y un groove inconfundible, retrata el encierro moderno del trabajo de oficina. Pero también la chispa que se enciende cuando una mujer decide no ser más parte del engranaje ciego.
“Working 9 to 5, what a way to make a living” —y detrás de ese ritmo alegre, hay una queja nítida y un deseo de justicia.
Parton convirtió la opresión en melodía. Su voz, aguda y amable, escondía cuchillos. La escucharon secretarias, empleadas bancarias, asistentes invisibles. Se sintieron vistas. Y por un instante, cantar fue más poderoso que renunciar.
III. Italia: Bella ciao, siempre de pie
Pocas canciones han viajado tanto sin pasaporte como “Bella ciao”, esa melodía italiana que nació entre mujeres campesinas, fue adoptada por partisanos y luego por generaciones enteras que no se resignaron. Hoy la cantan en marchas ecologistas, en estadios de fútbol y en series de streaming. Pero su raíz sigue firme: el trabajo y la dignidad no se entregan.
“Una mattina mi son alzato…” canta quien madruga sin miedo. Y se levanta no solo del lecho, sino contra la injusticia.
Aunque el tiempo la volvió símbolo pop, su esencia resiste. No es nostalgia. Es resistencia. Cada vez que suena, revive el trabajador que no se resigna. Y eso, en este mundo, es casi un milagro.
El presente tiene ritmo obrero
El Día del Trabajador no necesita discursos altisonantes. Basta con mirar alrededor: en el transporte, en el almacén, en los cables que nos conectan y en los zapatos que usamos, hay trabajo humano. Visible, invisible. Doloroso o creativo. Pero siempre digno.
Las canciones que hoy elegimos no son un acto de melancolía. Son un retrato del presente. En cada verso hay un eslabón de esta cadena que somos. Desde el puerto, desde una oficina o desde un arrozal del norte de Italia, se escucha la misma melodía: la del trabajador que canta, resiste y se reconoce.