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El Diestro y la memoria infinita: un viaje progresivo con “Mientras viva, siempre te recuerdo”
El proyecto del colombiano Juan José Moreno rompe etiquetas y mezcla rock, barroco, pop y vanguardia en un álbum que convierte la memoria en un laberinto sonoro, donde lo culto y lo popular conviven sin pedir permiso.
Por Ezequiel Ponce
Publicado en 29/09/2025 16:31
Música
El Diestro en pleno trance sobre el escenario, entregando con intensidad las canciones de “Mientras viva, siempre te recuerdo”, un retrato de la fuerza en vivo de un artista que convierte cada concierto en un viaje progresivo y emocional.

El Diestro no es un nombre, sino una paradoja. En el mapa movedizo del rock progresivo colombiano, aparece como una figura que rehúye a las etiquetas, un músico que escribe como si quisiera que cada canción fuera un espejo roto donde el oyente ve pedazos de sí mismo. Juan José Moreno, su nombre civil, ha decidido ser El Diestro: una máscara, un gesto, un acto de rebeldía. Y en su nuevo disco, “Mientras viva, siempre te recuerdo”, esa rebeldía se vuelve memoria y catarsis.

 

Para entenderlo hay que recordar que este proyecto empezó en otro registro. “En la Diestra de Dios Padre” parecía, por su título, anunciar una piedad solemne. Pero El Diestro no tardó en torcer el camino: su EP “El Clave Mal Temperado” fue un manifiesto electrónico donde máquinas de ritmo y sintetizadores se cruzaban con fantasmas barrocos y con citas veladas a Debussy, Chopin o Grieg. El resultado no fue precisamente ortodoxo. Tanto así que una nota polémica en El Espectador lo retrató como “nea”, un término que para muchos resultó incómodo y que, para él, fue confirmación de que estaba rompiendo fronteras. Lo culto y lo popular podían convivir en un mismo gesto, aunque para algunos resultara insoportable.

 

En “Mientras viva, siempre te recuerdo” el gesto es todavía más audaz. El título viene de una serie pictórica de Oswaldo Guayasamín y desde ahí se despliega un viaje sonoro y emocional. Es un disco concebido como un álbum de fotos antiguas, una sucesión de instantáneas que no buscan ser exactas sino honestas. Cada canción es un recuerdo, pero no todos los recuerdos son nostalgia. Algunos duelen, otros hacen reír, varios son pura confusión. Lo que une al conjunto es la memoria entendida como laberinto: superposiciones, fragmentos inconexos, voces que hablan unas sobre otras, como si el cantante y el narrador fueran dos caras distintas de la misma conciencia.

 

La escucha del álbum es, como dice el propio El Diestro, una experiencia ideal para un viaje largo. Uno podría imaginarlo como un diario íntimo narrado en voz alta, con guiños al cine, a la cultura popular y a las propias cicatrices del artista. Así aparecen canciones como “Tinto envenenado”, un tango nadaísta que funciona como carta de presentación estética; “El faro”, metáfora luminosa sobre las jerarquías del amor; “Letterboxd”, cinematográfica en todos los sentidos; o “Vos querías ser darks”, donde el amor se vuelve casi sagrado. El disco oscila entre géneros: del bolero tumbado de “Algún abril” al jazz rock melancólico de “Esclavo”, del pop progresivo de “Cualquier cosa que no sea tu nombre” al minimalismo acústico de “Tardes del río”.

 

La influencia principal es confesada sin rubor: “Abbey Road” de The Beatles. Como ese clásico, “Mientras viva, siempre te recuerdo” está diseñado como un LP de dos lados, con un medley en el lado B donde seis canciones cortas se suceden como ráfagas de memoria. Es un ejercicio de estructura, pero también de obsesión: motivos musicales de canciones anteriores reaparecen aquí, como si toda su obra fuera una narración interminable. Se diría que El Diestro ha construido un Aleph sonoro: en cada nota resuenan todas las notas anteriores.

 

 

Pero el disco no vive solo de influencias británicas. También late en él la tradición del rock argentino, con Charly García, Fito Páez y Gustavo Cerati como sombras tutelares. De García toma la ironía barroca de “Say No More” y la transforma en lo que llama “maravillización”: hacer que la mezcla de instrumentos y efectos de sonido se parezca a la banda sonora de una película invisible. De Páez recoge la épica emocional y de Cerati la precisión atmosférica. Y sin embargo, todo suena profundamente actual gracias al trabajo de producción de Simón Acosta Ramírez, de La Banda del Bisonte, quien supo llevar las ideas de El Diestro a estándares industriales contemporáneos.

 

El disco también es un manifiesto sobre la música clásica. El Diestro la ve no como un pedestal europeo al que hay que reverenciar, sino como una caja de herramientas abierta a cualquiera. Habla de ella como un “chiste mal contado”: su valor real está en las obras individuales que trascendieron, no en el aura de solemnidad que se le ha impuesto. Por eso, para él, mezclar barroco con Daft Punk o Chopin con Gorillaz no es una provocación gratuita, sino una forma de naturalizar la idea de que todas las tradiciones caben en el presente.

 

La estética visual de “Mientras viva, siempre te recuerdo” refuerza esa intención. El videoclip de “Tinto envenenado” dialoga con el cine de David Lynch y anticipa una atmósfera inquietante que se desplegará en próximos videos como “Letterboxd” y “Vos querías ser darks”. En el centro de esta narrativa aparece un símbolo: un monolito encontrado por El Diestro en su propia casa, con un círculo en la mitad. Para él, ese objeto se volvió logo y tótem, un signo abierto a múltiples interpretaciones pero cargado de sentido personal. Como en los relatos borgianos, el símbolo es tanto concreto como enigmático: nadie sabe qué significa, pero todos lo intuyen.

 

En lo personal, El Diestro confiesa que este disco es su obra definitiva hasta ahora. Dice que espera ser recordado por él, aunque admite que la definición resulta siempre frágil: demasiado contemporáneo para los clásicos, demasiado clásico para los rockeros, demasiado rockero para los jazzistas. En ese terreno inclasificable, él encuentra su lugar. Y aunque su música no encaje del todo en ninguna escena, el hecho de que participe en espacios como Ciudad Altavoz y el Festival Internacional Altavoz demuestra que hay un público dispuesto a seguirlo.

 

No es casualidad que la memoria sea el hilo conductor del álbum. En Colombia, un país donde el futuro parece siempre incierto, recordar puede ser un acto de resistencia. Para El Diestro, hablar de la muerte y del dolor es un camino hacia el amor y hacia la vida. Sus canciones son testigos de esa convicción: la música puede ser compleja y divertida al mismo tiempo, y puede hacer soportable lo insoportable.

 

“Mientras viva, siempre te recuerdo” no es solo un disco de canciones, es un retrato caleidoscópico de un artista que ha decidido habitar la frontera entre lo culto y lo popular, entre lo solemne y lo lúdico, entre el recuerdo y el olvido. Como en un cuento de Borges, la historia nunca termina de cerrarse: cada vez que uno vuelve a escucharlo, encuentra un detalle distinto, una frase que antes no había notado, un eco que regresa desde otra época. El Diestro ha hecho de la memoria un escenario y de la música un espejo.

 

Y quizá de eso se trata: de aprender a convivir con la memoria como quien convive con un disco rayado que nunca deja de sonar. Mientras viva, siempre lo recordaremos.

 

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