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Sorry, Baby aterriza en España: cuando el cine aprende a escuchar el silencio
La aclamada ópera prima de Eva Victor, producida por A24 y celebrada en los grandes festivales, llega a las salas españolas como un retrato íntimo, honesto y profundamente humano sobre el trauma, la amistad y la sanación.
Por Ezequiel Ponce
Publicado en 23/12/2025 09:04
Cine

Sorry, Baby llega a las salas españolas como llegan ciertos libros a las bibliotecas secretas de Borges: precedida por rumores, premios y una certeza íntima de que algo importante está a punto de ocurrir. El 27 de febrero de 2026, de la mano de Vértigo Films y bajo el sello siempre inquieto de A24, esta película desembarca en España tras un recorrido festivalero que la ha convertido en una de las obras más comentadas y respetadas del cine reciente.

 

Para quien busca saber quiénes son los artistas detrás de Sorry, Baby y por qué esta película importa, la respuesta no está solo en sus galardones —que son muchos— sino en su manera de mirar. Ganadora del Premio Waldo Salt al Mejor Guion en el Festival de Sundance 2025, reconocida con el Premio a Mejor Actriz en la SEMINCI de Valladolid, distinguida como Mejor Dirección Novel por la Asociación de Críticos Norteamericanos y situada como la séptima mejor película del año por Sight & Sound, Sorry, Baby no se limita a acumular laureles: los cuestiona, los vuelve experiencia, los convierte en cicatriz.

 

En el centro de este relato está Eva Victor. Actriz, guionista y directora franco-estadounidense nacida en París en 1994, criada entre lenguas y ciudades, formada en la Universidad Northwestern y fogueada tanto en la comedia como en el drama televisivo en series como Billions. En Sorry, Baby, Victor no solo debuta como cineasta: inaugura una voz. Una voz que no grita el trauma, sino que lo observa con una precisión casi matemática, como si supiera —al modo borgiano— que el verdadero horror no está en el acontecimiento sino en su eco interminable.

 

 

Sorry, Baby cuenta la historia de Agnes, una joven profesora inteligente, irónica, aparentemente funcional. Algo malo le pasó. No se nos dice como un titular, sino como una certeza que pesa. La vida continúa, sí, pero no para ella. O no del todo. Cuando una amiga querida la visita en vísperas de un momento crucial, Agnes empieza a notar aquello que llevaba tiempo evitando: su propio estancamiento. La película no trata de “superar” un trauma, porque sabe que esa palabra es una ficción cómoda. Trata, más bien, de aprender a vivir con lo que no se puede borrar.

 

Ahí reside la rareza y la fuerza de Sorry, Baby. Eva Victor elige narrar la agresión sexual y sus consecuencias desde un lugar inesperado: el del humor discreto, la ternura incómoda, la observación cotidiana. El dolor convive con la risa, no como alivio sino como resistencia. La sanación no es un arco narrativo tradicional, sino un movimiento interior, casi invisible, que la cámara aprende a respetar.

 

El reparto acompaña con una sobriedad admirable. Naomi Ackie, reciente presencia en grandes producciones como Mickey 17 y ganadora de un BAFTA, aporta una energía cálida y firme. Lucas Hedges, Louis Cancelmi y John Carroll Lynch completan un elenco que entiende que aquí menos es más. Nadie compite por el centro; todos orbitan alrededor de Agnes, como los recuerdos alrededor de una herida.

 

 

La dirección de fotografía de Mia Cioffi Henry refuerza esa sensación de intimidad sin exhibicionismo. La luz cotidiana, los encuadres contenidos y una estructura narrativa no lineal reflejan el estado emocional de Agnes: el tiempo no avanza en línea recta cuando el cuerpo y la memoria se quedan suspendidos. Cada plano parece preguntarse, en silencio, cómo se filma aquello que no se puede decir.

 

La prensa internacional ha sido clara. The Wrap la definió como una de las películas más conmovedoras del año. The Guardian destacó su naturalismo sorprendente y su destreza asombrosa. Variety habló de una obra que se queda grabada, hecha de detalles. No son exageraciones promocionales: son señales de que Sorry, Baby ha tocado algo profundo en una conversación cultural que aún busca palabras.

 

En una época saturada de relatos ruidosos, Sorry, Baby elige el susurro. En un panorama donde el trauma suele convertirse en espectáculo o consigna, esta película lo trata como un laberinto interior, sin mapas ni salidas falsas. Eva Victor emerge así como una de las artistas más interesantes de su generación, no por lo que muestra, sino por lo que se atreve a dejar fuera.

 

Cuando Sorry, Baby llegue a los cines españoles, no será solo un estreno más en la agenda de espectáculos. Será una invitación incómoda y necesaria a mirar de frente aquello que no se resuelve, pero que aun así exige ser vivido. Como ciertos cuentos, como ciertas canciones, como ciertas verdades: no para entenderlas del todo, sino para no olvidarlas.

 

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